No sabía que mientras me aburría tumbada en el sofá mirando sin ver una película de estreno que no llegaba a captar mi atención , mi vida, de la cuál me quejaba a todo rato, cambiaría drásticamente para que mi congoja se convirtiese en un dolor visceral carnal e imperecedero.
El teléfono sonó varias veces mientras en la pantalla la protagonista se probaba un vestido de novia para casarse con el guapo galán , quizás por eso tardé en reaccionar pues la elección captó mi curiosidad.
Cogí la llamada en el último tono y una voz desconocida me habló desde el otro lado , intentando hacerme entender que una vez escuchado lo que tenía que contarme no debía alterarme y esa misma alerta hizo que mi cuerpo empezase a temblar y un sudor frío empezó a perlarlo , la voz femenina me contaba que mi marido estaba en urgencias por haber sufrido un accidente de tráfico, que lo mejor era que llamase a un taxi y fuese lo antes posible , que ella esperaba ya en la sala.
No recuerdo muy bien lo que siguió , estos momentos están vagos en mi memoria , van directos de esa tremenda noticia a la sala de espera del quirófano de la planta cero.
Allí estaba una hermosa mujer rubia, suficientemente joven como para ser mi hija , llevaba puesta una blusa blanca medio desgarrada en una manga , con una falda corta y sus pequeños pies cobijados dentro de unas zapatillas de hospital . No sé cuánto tardé en mirarla a los ojos porque mi cerebro intentaba salir de la espesura para encajar las piezas del puzle y no razonaba quién era ella, que se dirigió a mí en cuanto me vio llegar .
- Señora Glacson, a Jhonatan lo están operando de una pierna rota. No sé muy bien como sucedió, aquel todoterreno se saltó el stop y no nos dio tiempo a reaccionar. Jhoni se llevó la peor parte ,yo apenas tengo un rasguño.
La taladré literalmente con la mirada .¿Quién era ella para dirigirse a mí con esa familiaridad hacia mi esposo? ¿ Por qué estaban juntos en el momento del accidente? ¿ Por qué pareciese que tenía derecho a de estar allí presente?
Iba a abrir la boca para preguntárselo cuando un cirujano enfundado en su bata blanca apareció tras la inmaculada puerta y se dirigió directamente hacia nosotras.
- ¿Señora Glacson?
- Sí .- Le dije desviando mi total atención hacia él.
- Su marido ha sido operado con éxito de una fractura en la tibia de la pierna izquierda, ahora está en observación pero no se preocupe , todo ha salido bien, una enfermera le traerá ahora una bolsa con las pertenencias que llevaba puestas en el momento de ser atendido .
- Gracias doctor. - Fue lo único que logré articular porque mi mente empezaba a salir de su espesura y se esforzaba en encasillar las piezas sueltas de mis propias conclusiones.
- Doctor ¿puedo verle? - Le preguntó ella mientras el profesional se me quedaba miran-do como quien está atrapado en un dilema moral y cívico y no tiene permiso para actuar según su criterio.
- ¿Usted es la señorita Violett , que lo acompañaba en el momento del accidente verdad? . ¿ Cómo está su brazo , le sigue doliendo?.
Y allí estaba yo con cara de circunstancias, mientras ellos se intercambiaban el parte médico. Una enfermera me sujetó del brazo para llamar mi atención sobre una pequeña bolsa de plástico transparente que dejaba entrever los objetos personales de mi amantísimo e intachable esposo , aquel hombre que tardó meses en conquistarme, un don nadie lleno de ambición que a mi lado y gracias al patrimonio de mi padre, subió escalones en la alta sociedad a velocidad del rayo , un madurito que cuidaba su aspecto y aparentaba diez años menos , un compañero que no objetó pero alguno cuando se nos reveló mi incapacidad para engendrar un heredero .
Me senté con sus cosas en mi regazo y miré su contenido :un reloj de oro regalo de nuestro décimo aniversario, su eterna cadena de oro , la insignia con incrustaciones de pequeñas piedras de diamante, símbolo de nuestras empresas y que siempre llevaba puesta en las solapas de sus trajes italianos y, por último su cartera , en ella guardado en el apartado de las monedas , su alianza , que decía con ese pequeño acto todo lo que me restaba por saber para finiquitar el puzle, y allí, entre un fajo de billetes nuevos, estaba una pequeña fotografía, en ella sonreían a la cámara la chica de los pies pequeños y mi esposo , que sostenía en brazos un niño de unos tres años regordete y lozano que tenía su mismo color de cabello . Levanté la vista y ella estaba observándome , atenta a mi reacción .
Me incorporé lentamente le entregué a ella la bolsa de la que había sustraído antes la insignia del ave fénix ,que era mi obra de joyería más simbólica y meritoria, y salí a la calle sin mirar atrás.
Llovía torrencialmente pero no me afectó ni un ápice, caminé bajo el diluvio llorando para apagar mi rabia y cuando me vi lo suficientemente lejos, dejé escapar un grito de impotencia y humillación que rasgó la noche como un trueno .Yo , la todopoderosa Avva Glacson, dueña de un imperio de renombre mundial, artesana jefe en joyas de mi propia firma, había sido engañada, traicionada y vilipendiada por un marido infiel y ahora todo ese escándalo llenaría páginas y páginas de la prensa rosa . Volví a gritar en medio de la oscuridad y abrí los ojos , tenía la ropa empapada pero no de lluvia sino de sudor y me encontraba semi sentada en el sofá de mi casa de Manhattan , en la pantalla el galán miraba emocionado a su novia entrando en la iglesia , mientras mi cerebro gritaba : ¡una pesadilla , has tenido una horrible pesadilla! . Suspiré aliviada y me incorporé aún temblando , en la película ella daba el sí quiero y yo estallé en carcajadas histéricas que se silenciaron de golpe cuando el teléfono empezó a sonar.
Mano Figueira.