Existe una necesidad de aparentar que eres un triunfador, de demostrar a los demás lo felices que somos. La necesidad de agradar a todo el mundo, de impresionar. En esto se ha convertido el siglo XXI.
En la sociedad actual, muchos jóvenes intentan parecerse a esos ídolos de masas que llamamos 'influencers', aquellos que disfrutan de una vida casi 'perfecta'. Los medios de comunicación tampoco ayudan, imponen cánones de belleza y éxito que no están al alcance de todo el mundo.
El postureo siempre ha existido, (véase el complejo de Eróstrato,
para referirse a un tipo de personalidad generalmente de escasa autoestima y con un deseo de fama tan intenso que quien lo experimenta es capaz de hacer cualquier cosa con tal de alcanzarla).
Pero con la aparición de las redes sociales este fenómeno se ha hecho más visible. Se intenta mostrar una fachada ideal a nuestros seguidores en un intento de coleccionar 'likes'.
Esta búsqueda de aprobación constante puede desgastar a las personas e incluso producir severas depresiones.
Todo en exceso es malo, también en el mundo virtual. Debemos aprender a hacer uso de las redes sociales y tener presente que no es oro todo lo que reluce, que todo lo que se ve no significa que sea real.
Lino Saborido Rial
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