Los largos caminos de la vida,
Qué estrechos son al final,
sin fuerzas para cruzar la bahía
más sin miedo a naufragar.
Se hace eterno el camino,
cuando ansiamos regresar,
errantes nuestros pasos de peregrino,
indomables nuestras ganas de luchar.
¡Qué incierto es nuestro destino!,
cual niño sin inquietud,
buscando agua fresca del río,
respirando plenitud.
La vida pasa aunque no quieras,
pues eres árbol de un solo leñador,
sus senderos van marcando,
el camino hacia el Creador.
Descansa nuestra alma en su pecho,
Mi día postrero llegará,
Entonces, padre, ¡espérame en El Cielo!,
necesito decirte de nuevo, te quiero papá!!!
Paki Espiño, 2025
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