A veces las máscaras tardan demasiado en caerse pero lo hacen y ahí ves
que la misma sangre es sólo una lotería de
pobres, que, quien sonríe a todo y a
todos, es veleta que gira al viento más fuerte.
Que los cimientos son siempre firmes
aunque las fachadas sean de escaparate
y, cuando bajas al sótano, la oscuridad
llena cada esquina.
Siempre es bueno conocer la verdadera
cara de las personas aunque duela
reconocer un extraño tras bambalinas.
Dicen que hay ángeles caminando
entre nosotros y lo creo, porque alguno
conozco, pero os aseguro que hay más máscaras que rostros y eso... ¡escuece!
~ Figueira
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