Cuando estaba viviendo una situación límite y fui a pedir trabajo, en aquella entrevista la jefa de personal me advirtió que allí las mujeres no aguantaban mucho tiempo porque era muy duro y yo le contesté: más duro es no tener que darle de comer a mis hijos.
Empecé al día siguiente y no era duro, era durísimo. Más no quedaba otra que aguantar y trabajar.
Cuando vuelvo la vista atrás reconozco que mi fortaleza nació de la pura necesidad y respeto profundamente a las que hoy luchan por sacar adelante a sus hijos, en cambio a las que, llenas de ayudas aún van de súper mamás y no valoran la suerte que tienen, se quejan de nimiedades sin valorar que muchas se acuestan sin cenar porque solo les da para la comida de los suyos, ¡a esas ni mentarlas!. Las que no pueden salir de marcha porque su niña necesita unas gafas nuevas, las que trabajan de lo que sea en el turno que pidan por pura supervivencia. Esas ( que por desgracia hay muchas) tienen mi respeto y mi deseo de que su vida mejore. Las que se lloran por no poder comprarse el bolso de marca y van nombrándose a si mismas « cabeza de familia » no me afectan en absoluto .
Si el pan se pone duro, mójenlo, duro es no tener pan.
Mano Figueira

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