No diré que estoy de vuelta de todo porque lógicamente la vida siempre te lanza un triple salto mortal cuando sientes vértigo. Diré quizás que al llegar a cierta edad intentas esquivar balas y el clamor de la batalla te da taquicardia. Intentas cruzar de calle cuando de frente te viene la rata y la voz del ángel grita en tu conciencia: no mires atrás, sigue hacia adelante.
Pero con la respiración agitada, el pulso al límite de verte infartada y una opresión bajo el esternón, otra voz grita más fuerte en tu mente: gírate y corta de raíz o te enredará como la hiedra y no te dejará avanzar.
Así que más madura, más consciente, más tú que nunca, sueltas el escudo y te abres paso en el campo de batalla y centras en tu persona la atención de quien te ataca, te sonríes,le retas con tu mirada burlesca y le demuestras tu arma siempre afilada. Los problemas no desaparecen por ignorarlos, se enfrentan, les quitas su poder y los archivas en la carpeta de “ cosas resueltas ”.
Mano Figueira

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