Es muy triste que te atrape la muerte y que las «gentes de bien» no tengan el deco-ro necesario para el duelo de esa familia.
Cualquier persona, sea de la condición social que sea, merece respeto y más cuando llegan los momentos de desazón y de trauma que te ocasiona que se apague la vida de un ser querido.
No tiene justificación posible el morbo, los chismes ni las calumnias a saco sólo porque se refieran al eslabón más débil de la cadena social.
Y personalmente, para mí es un sentimiento de vergüenza ajena como se ceban en quien ya no puede defenderse.
Si vas al tanatorio como quien va al teatro, ¡no vayas! .
Si vas al entierro para criticar después en el café, ¡por favor, no vayas!.
La humanidad va en decadencia y uno desde lo alto mira al de abajo sin un atisbo de caridad, sin entender que quizás tú no, pero los tuyos que vienen por detrás pueden no llegar al ático por donde tú te asomas… ¿y después qué?, ¿dolerá que sea tu propia fa-milia la que arrastran por el lodo como tú lo estás haciendo ahora?
Somos arrieros y en el camino andamos, si no vas a hacer el bien al menos no salgas de casa para hacer el mal.
Y esta persona que nos abandona es recordada con cariño por quienes lo conocimos y nadie, absolutamente nadie, puede ser juez y verdugo de vidas ajenas.
¡Descanse en paz!
Mano Figueira

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