Nunca fui tan feliz como con él.
No quería acercarse a mi
porque la diferencia de edad
lo asustaba demasiado.
Me decía que en diez años
estaría retirado
y yo estaría en la plenitud
de mi esencia.
Y yo respondí
que un día en sus brazos
era un bálsamo,
remedio para diez años
de mal vivir con amores
frustrados.
El tiempo que pasamos juntos
fueron los más felices
de nuestras vidas.
Nunca me arrepentí de vivir
con él, que fue maestro, compañero , amor y a veces padre,
y en el ocaso de su vida
fue niño en mi cobijo.
Que donde hoy descansa
vela por mi alma
que volará a su vera
cuando oiga la llamada.
Mano Figueira.

No hay comentarios:
Publicar un comentario