domingo, 16 de enero de 2022

RELATOS DE COBAS. AMANECERES PLACENTEROS

 

Cada verano pemanecíamos en Cobas desde principios de julio hasta finales de septiembre mi madre, mi hermana y yo. Mi padre trabajaba en Ferrol. Tomaba sus vacaciones en esta época y cuando las teminaba venía cada fin de semana en bicicleta con el portabultos cargado de provisiones.

En este tiempo, siempre coincidían los militares para hacer ejercicios de tiro. Nos percatábamos porque el día anterior llegaban varios vehículos remolcando carros con ametralladoras y pequeños cañones. Colocaban una bandera roja en la torreta que aún existe en la colina de Cato d’Agia (o Cotodagia) y, al mismo tiempo, se divulgaba en el bar de Rogelio (¿precursor de Centro Social?), para que los vecinos nos abstuviéramos de ir durante ese tiempo por aquel zona.

Se establecían en Marmadeiro y el tiro abarcaba desde un blanco flotante situado a la altura del pequeño islote que llamaban "O Ñoco", frente al Porto, cerca da la cetárea, hasta la zona de Cardido. Era tanta la munición que empleaban que gran cantidad de cápsulas de balas, peines enteros sin disparar y morteros quedaban esparcidos por el campo y la playa a entre los tojos y cardos, que después los niños recuperábamos, pero esto lo contaré en otra ocasión para respetar el orden cronológico. El caso es que al día siguiente, al amanecer nos despertaba el ruido de  las armas con disparos de fusil y de ametralladora, luego silencio. luego ruido de mortero, luego silencio y así los dos o tres días que duraban las maniobras. Durante los silencios se oía el ruido del mar. Yo mismo entiendo que para quien no haya vivido esta situación pueda parecer absurda,  pero para mí, este recuerdo me lleva a tiempos muy felices porque resultaba todo un espectáculo que se habría de repetir durante algunos años.




                                                Vista aérea con el Cabo Prior  al fondo



Jesús Guimarey Mascaró

 

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