Quizás a muchos de nuestros padres, abuelos y antepasados se les fue la vida mientras pensaban en haber tenido otra mejor, sin penurias, sin guerras, sin hambre y un montón de necesidades por las que la mayoría de nosotros hoy no pasa.
Muchos de ellos que sobrevivieron a incesantes carencias, a otra pandemia, y se consumieron tan jóvenes de penas y arrugas en inciviles guerras innecesarias, inocentes del lleno de cementerios y sangre en las cunetas, y mujeres de penurias en boca, envueltas en lutos interminables.
Pero aquellos golpes y caídas les hicieron más fuertes.
Aún así, aquellos hercúleos hombres salieron adelante después de la masacre, fueron a la mina en noches congeladas, zarparon con sacos y maletas en barcos sin retorno, mientras sus esposas esperaban con su otra lucha de campo meses o años por una carta esperanzadora que iluminaran sus vidas y llenasen la panza de sus hambrientos críos.
Todos ellos fueron unos valientes luchadores que labraron nuestro futuro, para regalarnos una comodidad de la que ellos siempre carecieron. Nos lo han puesto demasiado fácil y no lo valoramos lo suficiente.
Los políticos tampoco han aprendido nada sobre el pasado, tienen los mejores medios en sus manos, y aún así, siguen cavando nuestras tumbas y de las siguientes generaciones.
"Ahora somos muchos humanos, pero con muy poca humanidad".
Lino Saborido Rial
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