Intentaré reflejar cómo era la situación en el segundo año de mi veraneo en Cobas., Esto sería en 1.950.. Vivíamos en el lugar de A Pedreira, lindando con O Prioiro, es decir, la última recta de carretera que termina en la bifurcación que va a A Cova o al Faro. En este tramo tan solo había siete viviendas que me voy a permitir mencionar a sus propietarios para identificaciones posteriores. Entrando en la recta, cara a la bifurcación y a mano derecha, estaba la vivienda de Francisco y Angelita; inmediata la Carmen luego la del rótulo de Campotes y finalmente la de Higinio y Juan Tembrás. Justo en el vértice de la bifurcación estaba la de una costurera cuyo nombre no recuerdo pero creo que su hija se llamaba Remedios. Volvemos atrás y a mano izquierda estaba la casa de La Viuda, respetuosamente por este nombre se le conocía y que debía ser la de mayor edad del entorno, con sus dos hijos Amador y Alfonso (El Rubio), a continuación la de José da Cidra y Cristina, y por último la de Caneiro con sus hijos Andrés y Emilio; en esta última era donde residíamos. No había más. El panorama era totalmente distinto al actual porque no había árboles prácticamente, salvo dos o tres pinos próximos a la casa de Carmen y algún taray, el resto era campo de buena hierba y juncos que se extendían por todo Marmadeiro, hasta llegar a Santa Comba y, de la otra parte, hasta el límite con la playa de O Vilar.
Como las casas estaban situadas al borde la de carretera, prácticamente todas tenían un terreno detrás donde cultivaban desde cereales a hortalizas. Tal vez debido a la falta de influencia de gente de Ferrol, tenían sus propias costumbres y la convivencia no podía ser mejor, era como si todos fueran una familia, tanto de A Pedreira como O Prioiro se ayudaban en grupo cuando se necesitaban entre sí. Un ejemplo es que cuando una pareja se casaba y no disponía de medios, en poco tiempo le construían una casita de piedra - que era el material que abundaba - y a vivir. Aún se pueden ver viviendas de este tipo en la actualidad y se identifican porque la cara vista no está trabajada. Pues bien, todos en mi familia nos integramos absolutamente entre los vecinos, con muestras sin límite de aceptación por su parte. En esta área estaban los que serían mis amigos de los que aprendí comportamientos y actitudes, pero para no cansaros lo dejaré para otro relato.
Faro de Cabo Prior
Jesús Guimarey Mascaró
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