jueves, 25 de noviembre de 2021

EL INFIERNO

 

La habitación de mi hija la pinté yo de lila , siempre fue su color preferido , hoy ese morado es símbolo de la violencia de género.

Ella siendo pequeña  me enseñó a mi , ( toda una mujer) lo que significaba violencia. Yo que crecí en la época en que el hombre hablaba y la mujer callaba , que conté a mi madre que no podía vivir más así y me aconsejó que aguantara , que sólo era malo cuando bebía, pero que no podía perder toda mi vida, mi casa , la unión familiar, el qué dirán.

Y yo seguí aguantando hasta que un día mi hija me dijo que ella no era tan fuerte como yo y explotó. Ese día perdí cinco años de vida, se me estranguló el corazón y empezaron mis problemas de asfixia.

No comía, no dormía bien y empecé a mirarlo a él desde la perspectiva  de  un hij@ .

Yo me mataba a trabajar y allí era alguien que se sentía útil para poner el pan en la mesa. Pero mi casa no era un hogar, era un infierno. Dejé que sus continúas borracheras rompieran vínculos sagrados, a medida que mis hij@s crecían siempre preferían planes lejos de casa y él era un perro celoso que me  avergonzaba donde fuese y con quién fuera.

Lo que yo con mi aguante conseguí fue criar a tres niños en un ambiente desestructurado, en el mismísimo infierno . Me tocó ser padre y madre y pudiendo yo con la ley de mi parte deshacerme de él y vivir en paz, sus continúas amenazas y su pura cobardía, hicieron que con lo puesto agarrase yo la puerta y me llevase conmigo a mi hija, que a día de hoy sigue en tratamiento, y ¿ Por qué? Porque esta mujer que soy y que parece que rompe paredes solo con la decisión de la mirada, en vez de defender lo más sagrado que son los hijos, quitaba hierro a lo que hacía él: bebía porque no tenía trabajo. Mira tú, en vez de ver que nos perdía, valorar mi esfuerzo por sacar la casa adelante, se gastaba el dinero ahogando sus penas y, al volver al hogar , nos achicaba, insultaba, terminaban los días con lágrimas.

Mi pecado más horrible e imperdonable fue esperar tanto para divorciarme. 

Ese es un estigma que no morirá ni cuando cierre los ojos definitivamente.

A veces, lo veo y él siempre lanza una indirecta con sus ojos inyectados en veneno, a veces alguno de mis hij@s me dice que me guarde las espaldas, pero no le tengo miedo, es un cobarde que se cebó siempre en los niñ@s  para desahogar su frustración.

Me odia a muerte y habla de mí pestes .Ve pasar los años y continúa empeorando como persona.

Yo no supe ponerle freno antes y  cuando lo hice el daño estaba tan dentro de tod@s nosotr@s que por mucho que nuestros caminos mejoren con el tiempo, jamás podré perdonarme por hacer pasar un calvario a la sangre de mi sangre. 

Si tú, que estás leyendo esto y vives un infierno, ten la certeza de que hay salida, y más ahora que estamos muy concienciad@s con el tema de la violencia.

¡No tengas miedo y dale a los tuyos una infancia digna y un futuro mejor!, ¡se  más fuerte que tus miedos!.


Mano Figueira.


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