lunes, 23 de agosto de 2021

¿QUÉ S0MOS? ¿MUJERES O SOMBRAS?

 



 

Soy mujer, nací en Rianxo, un pueblo apodado el paraíso. Nos conocemos todos, aunque sea de vista y, como todos, tenemos de todo en casa, a pesar de que metemos la pata juzgando a esta o a aquella porque se divorció o porque casada, aun toma un café con su compañero de trabajo. “Alguna va muy escotada...¡algo va buscando!”(pensamos) y cargamos con estas malas lenguas, que pueden dañar de verdad.

Pero tengo la suerte de responder a las ofensas, de desabrocharme un par de botones más cuando me miran como si estuviese en el mercado, porque al ser gallega prima lo de: “¿quieres caldo? …¡Dúas cuncas!”. Ah, ¿pero si en vez de rianxeira, mi madre me pariera en Afganistán? No podría hablar más que cuando se me ordenase, y siempre en susurro. No podría vestir a mi gusto, porque el negro como luto cerraría todo mi cuerpo, ni los pies podría desnudar para pasear por la orilla de Tanxíl, porque sería incitar al libidinoso que me estuviese mirando. Me pegarían, me vejarían, sería esclava desde la cuna al ataúd. Viviria muerta y pariría esclavos o inhumanos.

Mi problema no sería la vecina mal pensada que me mira de reojo desde la ventana, cuando me despido de un amigo en la puerta de mi casa. Mi problema será mi sexo, condenada a ser anulada sin derechos en pleno siglo XXI. Los de mi país, creyentes de la razón, el resto del mundo, mirando para otro lado y todo por la gracia o desgracia del punto del planeta donde el Todopoderoso decidiera que mis ojos se abriesen a la vida.

Hablamos del holocausto nazi, vemos documentales que nos explican la clase de almas negras que pueden dominar pueblos y extinguirlos… ¡No quiero ver en un par de años lo que hacen con el sexo débil!, ¡porque sí!, ¡allí no sólo es débil, es un cero a la izquierda!,¡ no quiero ver en el telediario como pasan de refilón por ese país y abandonar los derechos humanos, porque no es nuestra guerra!. No lo es, porque no luchamos por petróleo, lo haríamos por esas mujeres, esas damas condenadas a la muerte silenciosa, mientras nosotras, las que nacimos en otros puntos del planeta sólo vamos a escribir un comentario en nuestras redes sociales y pasamos página. ¿Qué pasaría si todas nosotras, desde la más humilde a la que tenga el poder  de la voz hable por todas, y todas a una, nos uniésemos para liberarlas? ¿Y si somos nosotras las que vamos a la guerra por ellas? Médicas, ingenieras, científicas, maestras, cantantes que arrastran masas, si todas desde el ama de casa, la jubilada a la más poderosa, nos damos voz y les callamos a ellos, a esos descerebrados que quieren matarlas. ¿Por qué no demostramos por una vez que no hace falta un gobierno ni diplomacia, ni guerras, ni sangre?

Sólo necesitamos que tú y yo y la otra queramos salvarlas a ellas, como lo haríamos por nuestras hermanas, hijas o madres. Escribamos un antes y un después en el libro de la historia: El día que las mujeres hablaron sin miedo y usaron el corazón para ayudar a las damas de Afganistán. Podemos por humanidad, debemos por derecho genital.

     Mano Figueira, Septiembre, 2021




                             

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