Yo nací
pobre, no por nacer desnuda que es lo lógico, ¡ que va! Nací en una familia
pobre, tanto que con suerte cuando teníamos pan mi madre colgaba un chorizo en
el techo y nosotr@s hacíamos sopas en la sombra. Yo
heredaba la ropa de una prima mía que era la mitad que yo, resumiendo: un
abrigo de ella era para mí un chaleco… y así con todo, los piratas los
inmortalicé yo porque ningún pantalón rozaba mis tobillos a no ser al ponerlos.
Crecí tan rápido que mi prima me mandaba sus bufandas para pañuelos, no me
acomplejaba la pobreza porque era tan normal que no sabía añorar lo que no
conocía. Mi madre me cortaba el pelo y siempre al último grito, porque mis
flequillos están ahora de moda, cuando por aquel entonces ella empezaba
recortando a la altura de una oreja y terminaba en línea con la ceja; los
zapatos ni te cuento, tengo el dedo gordo siempre levantado mirando al Cielo
porque meterse en los zapatos de la cenicienta cuando yo podría dormir de pie
sin tambalearme la Hortensia, dejó en mí ese dedo recordatorio que ahora
siempre agujerea mis zapatillas de deporte. Pero yo era feliz porque tenía los
libros que mi padre me traía de su trabajo en alta mar y en ellos encontré una
riqueza de la que carecían los que poseían abundancia material: nunca
consiguieron hacerle sombra a ese tesoro que él me regaló!!!
Mano
Figueira,2021
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