domingo, 23 de mayo de 2021

COMPAÑEROS

 

  Cuando navegué con vosotros temí no estar a la altura de las circunstancias, temí decepcionaros y que solo vierais en mí el reflejo de una mujer blanca, pero cada noche me dormí con la dulzura de vuestras voces en un idioma desconocido para mí, pero a la vez gratificante. Esas risas compartidas sirvieron de brújula para no naufragar en mis miedos, a medio mundo de distancia aún siento vuestro dolor al despedirnos, no fue fácil reconocerme en vuestros ojos, ver en ellos el sufrimiento de muchas generaciones, por el mero hecho de ser de color diferente, ser también tratados de forma diferente. Nuestras largas charlas en vuestro precario español y mi inexistente inglés, pero aun así supimos comprendernos más allá de las palabras.

En vuestra mirada hay luz, nostalgia y muchísima gratitud, (o eso vi yo) vuestras risas son contagiosas y envuelven con un sonido todo el barco. Me sentí la madre de todos vosotros, sentí que la grandeza del corazón va más allá de cualquier creencia, color o religión. Quise conocer vuestra historia, necesité conocerla, saber cómo fue vuestra niñez, saber cuáles eran vuestros objetivos e inquietudes, cada palabra, cada confidencia, me acercaba un poco más a vuestro mundo, haciéndome parte de él. A vuestro lado me sentí protegida, querida y admirada como nunca antes , cada demonio que antaño me torturaba se fue alejando de mi pensamiento, donde día a día fuimos construyendo nuestra propia fortaleza.

Me resulta muy fácil volver a esos momentos de los que- estoy segura-  nunca  olvidaré y quiero creer que tampoco vosotros lo haréis. Fue fácil entender, pero mucho más fácil querer. En alta mar todo es increíblemente natural y salvaje, sientes esa soledad que poco a poco embriaga el alma impregnando todo con su sencillez e inmensidad, te sientes parte del todo y a la vez no eres nada, todos cuidando de todos, así es el barco, un mundo dentro de otro mundo paralelo. La tripulación forma una gran familia, cada persona con su rol, el que da órdenes, el que las distribuye, los que las ejecutan, nadie es más importante que nadie y todos son imprescindibles. Veinticuatro horas juntos y todos los días que dure la marea (sobre cien días.) Las grandes discusiones no existen y los pequeños contratiempos se van solventando con el buen hacer del equipo y con la aceptación de que cada uno tenemos  nuestras peculiaridades.

  Navegar con vosotros y por vuestra vida, me engrandeció como persona. Mil gracias por vuestra amistad y lealtad.

 P. D. A la tripulación del pesquero NEWFOUNLAND ALERT faenando en aguas del Océano Índico.

  Paki Espiño,2021

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