Cuando
navegué con vosotros temí no estar a la altura de las circunstancias, temí
decepcionaros y que solo vierais en mí el reflejo de una mujer blanca, pero
cada noche me dormí con la dulzura de vuestras voces en un idioma desconocido
para mí, pero a la vez gratificante. Esas risas compartidas sirvieron de
brújula para no naufragar en mis miedos, a medio mundo de distancia aún siento
vuestro dolor al despedirnos, no fue fácil reconocerme en vuestros ojos, ver en
ellos el sufrimiento de muchas generaciones, por el mero hecho de ser de color
diferente, ser también tratados de forma diferente. Nuestras largas charlas en
vuestro precario español y mi inexistente inglés, pero aun así supimos comprendernos
más allá de las palabras.
En vuestra mirada hay luz, nostalgia y muchísima
gratitud, (o eso vi yo) vuestras risas son contagiosas y envuelven con un
sonido todo el barco. Me sentí la madre de todos vosotros, sentí que la
grandeza del corazón va más allá de cualquier creencia, color o religión. Quise
conocer vuestra historia, necesité conocerla, saber cómo fue vuestra niñez,
saber cuáles eran vuestros objetivos e inquietudes, cada palabra, cada
confidencia, me acercaba un poco más a vuestro mundo, haciéndome parte de él. A
vuestro lado me sentí protegida, querida y admirada como nunca antes , cada
demonio que antaño me torturaba se fue alejando de mi pensamiento, donde día a
día fuimos construyendo nuestra propia fortaleza.
Me resulta muy fácil volver a esos momentos de los
que- estoy segura- nunca olvidaré y quiero creer que tampoco vosotros
lo haréis. Fue fácil entender, pero mucho más fácil querer. En alta mar todo es
increíblemente natural y salvaje, sientes esa soledad que poco a poco embriaga
el alma impregnando todo con su sencillez e inmensidad, te sientes parte del
todo y a la vez no eres nada, todos cuidando de todos, así es el barco, un
mundo dentro de otro mundo paralelo. La tripulación forma una gran familia, cada
persona con su rol, el que da órdenes, el que las distribuye, los que las
ejecutan, nadie es más importante que nadie y todos son imprescindibles.
Veinticuatro horas juntos y todos los días que dure la marea (sobre cien días.)
Las grandes discusiones no existen y los pequeños contratiempos se van
solventando con el buen hacer del equipo y con la aceptación de que cada uno
tenemos nuestras peculiaridades.
Navegar
con vosotros y por vuestra vida, me engrandeció como persona. Mil gracias por
vuestra amistad y lealtad.
P. D. A la
tripulación del pesquero NEWFOUNLAND ALERT faenando en aguas del Océano Índico.
Paki
Espiño,2021
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