viernes, 28 de febrero de 2025

VIVENCIAS

            VIVENCIAS  (7)

  Hoy voy a escribir sobre la primera vez que salí de España.

Fue en Diciembre de 1969, tenía 19 años de edad, con un contrato de trabajo para las acerías de La Mosela, este de Francia, a través del Instituto español de emigración.

 Me subí al tren dirección Hendaia, haciendo varios trasbordos llegué a la ciudad de Thionville  ( región de Lorena ) un día con nieve, por lo tanto difícil reconocer las calles ni se veia el letrero pues todo estaba cubierto de dicho manto.

 El recibimiento resultó muy bueno, nos recogió una furgoneta de la empresa a varios emigrantes pues nos habíamos juntado unos veinte españoles para dicha compañía, llegamos a la compañía nos recibe un intérprete y nos informa que haríamos primero un reconocimiento médico en el que se incluía un test de inteligencia (en aquel entonces no sabía en qué consistía), y al tercer día nos incorporamos al trabajo.

El primer problema que surge cuando uno llega a un país extranjero es el idioma: cómo te entiendes con la gente, cómo te desenvuelves en la cotidianidad… .

Solución: busqué un profesor de francés y lo encontré por mediación de un compañero italiano. Era una señora polaca que también hablaba español. A los tres meses comencé a hablar como un niño de tres años, pero me iba defendiendo.

 Primeros de Marzo comenzó el deshielo,  subió la temperatura, los días tenían más horas de l, y el campo empezó a cubrirse de verde, cosa que no había visto desde mi llegada.

Toda la comarca de Thionville y alrededores tiene, o tenía en aquel entonces, mucha industria minera, así, a veces no se veía el sol con nitidez por la contaminación que esto conllevaba.

 En Mayo comenzaron a florecer todo tipo de plantas, una primavera tardía pero con un colorido maravilloso.  El olor que emanaban los jardines de la ciudad lo invadía todo, así era aquella primavera, rezagada pero fascinante, luego el verano, tan bello como breve. Pueblos y ciudades con infinidad de arbolado en sus plazas y calles, un auténtico paraíso.


 Entre septiembre y octubre bajan las temperaturas, comienza el otoño. 

Contemplar aquellos bosques con sus hojas caducas y diversidad de colores es un espectáculo inolvidable. En mi vida laboral he viajado mucho por Francia y siempre recuerdo aquella estancia en Lorena, en mi juventud. La belleza de sus parques, jardines, paseos y avenidas, todo un homenaje al esplendor de la Naturaleza. 

 

  Miguel Alberto, 2025.


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