Yo que fui un velero
ahora soy alma en el suelo
en esta triste habitación
aceptando mi destierro.
Yo que tanto luché
para darte un futuro
ahora soy un estorbo
cuando estoy al lado tuyo.
Donde queda el niño
que corría hacia mis brazos
cuando al terminar el día
yo volvía del trabajo.
Donde quedan las promesas
que nos hicimos una tarde
sentados en la orilla
del agua del viejo estanque.
Ahora estoy aquí
donde descansan mis huesos
donde espero la visita
de mis padres y abuelos muertos.
Ya no me queda nada
pues todo lo he perdido
ni tiempo tengo en las manos
ni promesas ni camino.
Cuando me toque marcharme
tú, no llores ni te aflijas
es la suerte del que marcha
ya no tiene que caminar deprisa.
Paki Espiño,2024
P. D. Dedicado a todas las personas que terminan su vida en una residencia.
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