Ya era de noche, muy de noche, y pese a eso ella seguía deambulando por las calles del
Distrito 1. El Distrito 1, el barrio pobre… Hogar de delincuentes, estafadores, traficantes y
prostitutas, los que allí habitaban eran gente despreciable… Eso era lo que siempre le
habían dicho, pero ella sabía que no todos eran así, lo sabía mejor que nadie…
Ese día había quedado con su novio, lo había esperado durante un largo rato, pero él no
se había presentado. "Tal vez le haya surgido algún asunto", pensó. "No, él no es así, nunca
me dejaría plantada, me habría avisado…", se dijo, casi segura. "¿Y si le ha pasado algo?"
Se preguntó acto seguido, sin poder evitar preocuparse.
Suspiró y miró al cielo, intentaba quitarse esa idea de la cabeza, aquella noche se veían
las estrellas… Luego miró la hora en el móvil: las dos y diez pasadas, su madre la mataría.
No solo había estado en el Distrito 1, también salía con un chaval de allí, hijo de criminales,
amigo de delincuentes… Sí, sin duda su madre la mataría. "Ese lugar no es para gente
como tú, hija mía, una chica del barrio rico, esa gente no es para ti, no son buenas
personas, mantente alejada de ellos", le había dicho cuando era niña, pero es bien sabido
que lo prohibido siempre atrae…
Dobló una esquina y comprendió que estaba perdida. Probó a llamarlo una vez más, la
última, pero él seguía sin contestar… Pensó en abrir el GPS, pero en ese momento se le
acabó la batería… Qué repentino…
Entonces vio una figura a lo lejos, pero lo reconoció, le fue imposible no reconocerlo, era
amigo de su novio, su amigo el porreta. No le caía bien y no le apetecía hablar con él, pero
no le quedaba otra si quería volver a casa. Se acercó a él, segura de sí misma.
— Oye… — llamó su atención —. Estaba esperando a tu amigo, había quedado con él,
pero no ha aparecido… Así que me he dado una vuelta y ahora no sé dónde estoy, no tengo
batería, así que no puedo usar el GPS… — se cayó de repente al ver que el joven la miraba
con una sonrisa burlona mientras se fumaba un porro, eso la cabreó —. ¿Podrías decirme
cómo puedo volver a mi casa? — preguntó de mala gana.
Él se acercó un poco más a ella.
— Vaya, vaya, pero qué ven mis ojos… — dió una calada y volvió a sonreír, para
posteriormente echarle el humo en la cara, ella tosió —. Así que la "Reina Violeta" ha salido
de su reino para venir a juntarse con plebeyos… Jamás había esperado eso de alguien
como usted… — dijo, caminando lentamente por detrás de ella, la chica se volvió para no
perderlo de vista —. Claro que le diré cómo volver a su palacio, su majestad, pero antes,
debe darme algo a cambio… O igual es mejor que lo coja yo, si no es molestia…
Dicho esto la cogió del brazo con fuerza y apagó en ella su porro. Luego lo tiró al suelo,
todavía desprendía humo.
La joven lo miró sorprendida, después de ver la pequeña quemadura que le había hecho.
— ¡¿Pero qué coño haces?! — gritó.
— Tú solo cállate y déjame coger mi recompensa, reina mía.
Acto seguido agarró su brazo con más fuerza todavía y se lo llevó a la espalda para que
no pudiera soltarse. Le puso la zancadilla para hacerla caer y se colocó encima de ella para
que no pudiera levantarse. Le tapó la boca con la otra mano, callando lo que estaba a punto
de gritar, subió su falda y la pesadilla comenzó.
Entonces comprendió que no había nadie más en la calle. Las lágrimas brotaron de sus
ojos. Nunca pensó que eso fuera a ocurrirle, pero ese sería su castigo por meterse sola en
la boca del lobo.
Cuando hubo terminado le indicó cómo volver a su casa. Ella sollozaba, asustada, pero
de camino se obligó a tranquilizarse, no quería que su madre se enterara, tendría que darle
explicaciones…. Aunque, por suerte para ella, su madre no estaba despierta cuando llegó,
así que se fue directamente a su habitación y allí lloró hasta quedarse dormida.
Me desperté sobresaltada. Ya era la tercera noche siendo torturada por la misma
pesadilla. Sin darme cuenta ya había empezado a llorar. Dolía. Sentía vergüenza y me
culpaba a mí misma, sentía que me lo merecía. No quería contárselo a nadie, tendría que
dar explicaciones, me daba miedo el qué dirían, qué pensarían… Prefería ahogarme sola en
mi dolor, después de todo, aquel había sido mi castigo por meterme sola en la boca del
lobo.
- The Dethroned Queen (Faye)
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