Ayer hizo veintinueve años de un regalo divino ,
un Óscar para el trabajo más difícil de realizar en la vida,
el rol de madre .
El tiempo vuela y en esa
vorágine he visto a un niño
convertirse en un hombre de bien.
Dicen sus hermanos que es mi preferido
y en mi defensa diré que aunque
los amo a los tres
el vínculo que me une a él
quizás sea porque casi lo pierdo a escasas horas de ser iluminada por el cielo azul de sus ojos
o porque su empatía lo lleva a estar a mi lado cuando nadie sabe por qué me cruje el alma.
Sea como fuere ,
ni es el primogénito ni es la niña de mis ojos
es el mediano y nació
para fortificar mi fe
pues nunca hierra en sus vaticinios y su humildad y paciencia contrarrestan mi
carácter fuerte y da sentido
a un mapa desdibujado por
el tiempo, castigado por las
dificultades y las malas decisiones. No es un anclaje
él es la pista despejada para volar.
Mano Figueira
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