miércoles, 24 de agosto de 2022

CIEGO

 Me voy quedando ciego, no es que me falte tanto la vista, que también, es que me niego a ver tanta hipocresía, tanta maldad, tanta ignorancia muy bien acompañada de su hermana envidia. Me niego a ver mi Galicia quemada, mis aldeas vacías donde ya ni quedan perros que ladren, donde ya no quedan abuelos sentados en la llamada plaza del pueblo, (cuatro piedras a modo de banco). Ya no quedan historias que contar a los nietos, pues ellos prefieren el móvil o la tablet que escuchar al abuelo.

Al caer el verano nos visita el vecino señorito conduciendo su mercedes, que al cruzar la calle pisó la última bosta de la última vaca que queda en el pueblo. Se baja apresurado para ver si se dañó su precioso coche, porque se olvidó de las veces que siendo niño se le pegó a sus zapatos. Se olvidó de sus raíces, de las raíces de sus padres y sus abuelos y todos sus antepasados.

 Me niego a ver como no quedan chiquillos con su griterío eufórico al bañarse en el río, me niego a ver cómo cambió mi pueblo donde ahora suenan las orquestas con esos sonidos estridentes. Antes sonaba la banda donde todos eran conocidos y amigos, y esa charanga que hacía bailar hasta a ese viejo apoyado en su bastón rudimentario que, mordisqueando la boquilla de ducados, dejaba volar su imaginación y volvía a ser mozo.

Me niego a ver mis campos abandonados sin cultivar, un monte olvidado que sólo sirve para que algún desgraciado satisfaga sus instintos más horribles, dejando caer una cerilla para embrujar sus ojos con el color del fuego. Me niego a ver el mañana donde sólo seamos recuerdo los que tanto añoramos el pueblo.


  Paki Espiño,2022


No hay comentarios:

Publicar un comentario