viernes, 8 de abril de 2022

LA DAMA DEL CHICLE

 Mientras escribo este relato, me imagino que los lectores estarán pensando que me refiero a la dama de algún degenerado asesino y violador. No, no van por ahí los tiros. 

Se trata de la manía de una dama de alta cuna que yo conocí hace varios años en Nueva York,  y que me entró la apetita sensación de poder contarlo. 

Aquella dama masticaba continuamente chicle, pero con buenos modales, apenas abría su boca mientras masticaba. Sus modales eran finos y delicados, apenas podrías extraerle un defecto de su esbelta belleza y elegancia. 

Pero su manía me irritaba. Tenía por costumbre cuando se sentaba en un bar o restaurante, dejar pegado insospechablemente su chicle bajo la mesa, con el fin de dejar su huella, y comprobar días más tarde -cuando se sentaba en el mismo sitio-,  si su depósito aún permanecía, duro y seco. 

Esto me recordó hace unos días viendo un reportaje de varios felinos, donde marcan su territorio de orina en árboles y matorrales. 

De esta costumbre, a mí también me quedó la manía de cuando me siento en algún establecimiento, paso la mano por debajo de la mesa para comprobar si por allí dejó alguna señal cierta felina. 

¿Y ustedes, tienen alguna manía? 

Por Lino Saborido.




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