En el año mil novecientos setenta y tres comencé a conducir camiones con veintitrés años recién cumplidos, yo había servido en el cuartel de automovilismo en A Coruña y allí había aprendido lo poco que sabía , es decir, nada de nada. En aquel entonces las carreteras eran realmente muy malas tanto en estado del firme como en señalización y no digamos los camiones; la mayoría estaban equipados con ralentizador eléctrico que era una gran ayuda, pero se calentaban muy pronto, pues este sistema refrigera con el efecto de la velocidad (se trata de dos platos magnéticos que, al activar el mando, reciben la corriente de la batería- que tiende a descargarse si se usa mucho tiempo, pero en aquel entonces era lo que había). Por otra parte, los frenos eran de tambor y no perfeccionados como están a día de hoy, pues hoy los camiones todos llevan freno de disco y retardador de aceite que entiendo es uno de los mejores inventos en los últimos años. A los camiones de ruta a veces se les cargaba cuatro o cinco toneladas de más, y, entre unas y otras, seguridad cero.
En tiempos de nieve, igual estaban los puertos cerrados con diez centímetros de espesor, simplemente porque Obras Públicas no ordenaba salir las quitanieves, las pocas que había en aquel entonces. Esto ha sido así hasta que llegaron las autonomías: a partir de entonces hay muchos más medios para conservar las rutas en tiempos de invierno, tanto para nieve como hielo. Recuerdo que en una ocasión llevábamos unos tres días parados en Puebla de Sanabria porque no salían a limpiar, así de simple , unos trescientos camiones y otros tantos del lado de A Gudiña, a pesar de que los empleados de las quitanieves estaban allí en el bar y con las máquinas paradas, eso sí, esa gente tomando sus copas para” protegerse del frío”. Nadie comprendía porque estando allí no salían a limpiar. En esa ocasión unos treinta camiones estaban cargados para la fábrica Citroen de Vigo y hubo una protesta de dicha empresa al ministerio de transportes, por lo cual sí salieron y estuvieron día y noche trabajando en los puertos para dejar la vía limpia, ¡cuánta vagancia había en las empresas estatales!
Lo primero que me llamó la atención al salir de Galicia fue la falta de vegetación, tanto por El Bierzo como por Sanabria, y luego hacia Valencia, Murcia o Andalucía tres cuartos de lo mismo, no había una sombra para descansar, la única ruta que tenía algo de arboleda era la ruta de Soria y la ruta de la Plata (N-630). Los primeros años resultaron muy duros, sólo lo saben los que han viajado por aquel entonces, pues el verano también aprieta a partir de los treinta grados hasta los cuarenta y cinco en el sur en más de una ocasión, con esa temperatura pierde uno las fuerzas para trabajar, recuerdo haber estado dos o tres días sin comer por el calor, solamente con zumos y fruta.
Miguel Alberto,2022
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