viernes, 18 de marzo de 2022

LA PREGUNTA

 


Estando yo sola en una habitación repleta de gente decidí escaparme al balcón con mi copa de vino en una mano y el corazón galopando salvajemente .

Me sentía mareada y necesitaba más que nada que el aire frío entrase a bocanadas en mis pulmones .

Quizás acudir a aquel evento no había sido una buena idea , teniendo en cuenta lo poco que me  aguantaron los nervios tan pronto como lo vi a él riéndose a carcajadas con aquella rubia imponente, que podía ser su hija y que lo sujetaba del brazo cariñosamente.

Cuando nuestras miradas se cruzaron, tuvo la osadía de guiñarme un  ojo mientras se mesaba el cabello negro por inercia, como acostumbraba cuando algo lo pillaba desprevenido.

¡Cuantos años que no nos veíamos!...¡Parecían siglos !, pero estaba igual o mejor, si mi mente fuese objetiva .

El parloteo incesante de los comensales mezclado con la música de fondo me estaban provocando un inminente dolor de cabeza,  empeorado por  aquel par de ojos verdes que me seguían constantemente y que terminaron por agitarme y llevarme a salir al balcón desde donde la ciudad de Roma se veía más bella si cabe.

Lo presentí , antes incluso de que su mano se posara en mi hombro, porque mi piel se erizó en el momento de percibir su olor varonil, despertando en mis entrañas un fuego que yo creía apagado. El pasado golpeó de pronto con toda su fuerza cuando él acercó su boca a mi oído y  su voz ronca susurró la pregunta que por orgullo nunca me hizo:

-¿ Por qué me plantaste en el altar Margarítt ?.

     Mano Figueira








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