Quizá este relato resulte irrelevante pero será la base para los posteriores. AI poco tiempo de estar en Cobas fui conociendo al grupo de chicos con los que entablé amistad, casi todos eran mayores que yo. Posiblemente quienes leéis estos relatos habréis conocido a alguno de ellos o a sus descendientes. Para identificarlos, con el mayor respeto, teniendo noticia de que alguno de ellos ya no está entre nosotros, citaré los que eran: José y Lolo hijos de José da Cidra y Cristina, Suso y Juan, hijos de Higinio Tembrás, Pancho de Marica, Minucho de Valexo, Tino de Rogelio, Eduardo, Lolo de Margarita y Pepe de Carmen Penelas (este último era el más joven del grupo). Para mayor claridad diré que al cabo de años Eduardo era el cartero, quedando luego con esta ocupación José, hermano de Lolo; con Pepe coincidí años más tarde y era el electricista local. Era curioso porque en la zona había muy pocas chicas y apenas tenían relación con ellas, tan solo de vecindad, eran otros tiempos. Las que conocí eran: Lita hija de Francisco y Angelita, Agustina Tembrás, Irene de Marica y la en otro relato mencionada Remedios hija de la costurera. Algo que me sorprendía era la agudeza de estos chicos y la capacidad en recursos personales ante cualquier situación y que yo no había observado en mis amigos de Ferrol; encontraban solución para todo y siempre salían airosos. No había juguetes, ni siquiera una pelota pero no hacía falta. Todos ellos disponían de una herramienta muy versátil que era la navaja. Con ella confeccionaban juguetes como pequeñas maquetas tallando cáscaras de pino o de madera blanda, construían trampas para cazar pájaros, hacían bastones de cañas conformando su raíz bulbosa, las piezas de la billarda, mangos de ganchos para coger pulpos y un sinfín de tareas difíciles de enumerar. Pero algo que sin duda yo admiraba era su solidaridad y su honestidad. Había tal avenencia entre todos que jamás presencié una disputa y mucho menos una pelea (daba la impresión de que esta palabra no figuraba en su léxico). A mí me aceptaron como uno más, si bien, tal vez los mayores algo distantes, me tomaban como al niño pequeño, pero yo estaba feliz con aquellos amigos.
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