Mi corazón latió muy deprisa cuando compartimos nuestras primeras vacaciones de verdad de la buena.
Lisboa quedó por siempre sellada a unos recuerdos felices , donde compartimos anécdotas y a la que volveremos cuando sellemos nuestra unión.
Sus calles de interminables cuesta arriba, sus fachadas azulejadas y coloridas, su vino tinto caliente como la sangre que se enciende al son de los fados, su Cristo Rey , sus amables gentes, su puerto sin gaviotas y el amor ...
Sí, volveremos seguramente.
Mano Figueira.
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