Los Reyes Magos son una mentira deslumbrante que mantenemos durante la infancia, porque la infancia es una época de ilusiones fantásticas.
Tuve la hermosa suerte de mantener esa ilusión durante mucho tiempo.
En aquella época, si alguien te decía que no existían los Reyes Magos, tenías que fingir para tratar de no creerlo, porque en caso contrario podrías encontrar un trozo de carbón en vez de un juguete, como a los niños que se portaban muy mal.
El primer año que me había enterado de que los Reyes Magos eran mis padres, me llevé la mayor decepción de mi vida ilusoria, fantástica e infantil. La noche anterior había encontrado los regalos escondidos encima de un armario.
Desde aquel día, se fue la magia. Fué un momento que se abrió una puerta y dejé entrar al futuro. Algo se marchitó en mí, quizás la fe en la perennidad de la infancia.
Aún así, dejé mis zapatillas en la ventana, como me indicaba mi abuela cada noche del cinco de Enero. Esa noche apenas dormía, me pasaba horas mirando por la ventana para ver llegar los tres camellos. Mi decepción es que nunca los vi llegar, y no se como hacían porque siempre dejaban algún juguete. Pues sí que eran magos.
<Este año no quiero que me traigan nada los Reyes Magos, sólo necesito que no me lleven nada de lo que ya tengo>.
"Agrándame la puerta, porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad.
Vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar".(Unamuno).
Feliz día de Reyes para todos los niños del mundo.
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