jueves, 30 de diciembre de 2021

PESADILLAS EN LA TERCERA...DOSIS

 

Tercera dosis de la vacuna.

Tres de la « moderna» y la promesa  de la enfermera (que tuvo el honor de inyectarme la dosis del salvoconducto, hasta que encuentren la manera de matar el bicho y sus secuelas) de que ésta no me produciría efectos secundarios ni malestar porque era de refuerzo.

La creí ciegamente porque quería creerla , de esa forma el poder de sugestión podría trabajar en mi subconsciente y no darme muy  fuerte.

Me inyectaron el veintitrés de diciembre, víspera de Nochebuena y lo que eso conlleva , sin mencionar que mi hija pequeña venía desde Alemania a pasar las  navidades conmigo( después de dos años sin poder celebrarlas juntas ) justo el día después.

Sentía un poco de malestar en el brazo- cosa normal -pero como no tenía que trabajar, no me afectaba. Me fui para cama al terminar una película de esas que te repiten en la tele hasta que te aprendes de memoria el guión de al menos dos de los actores principales. Y justo cuando me dejaba arrastrar por  Morfeo, empezaron mis pesadillas en Navidad.

Empecé a notar las piernas muy pesadas y  un fuego agobiante cubrió mi cuerpo y lo bañó en un sudor frío .

Abrí los ojos en la oscuridad de la habitación, alcancé a coger el móvil y me incorporé para guiarme con su luz a buscar un medicamento para bajar la fiebre, seguida muy de cerca por mi perro, un “yorsay” que básicamente  es mi sombra.

Volví a cama y mi mascota se acurrucó a mi lado.

Entonces me encontré con mi primer encargado , llevaba puesta mi vieja bata azul con la cofia de la empresa pero no tenía diecisiete años, sino mi actual edad. Por consiguiente el uniforme no me cerraba y me sentía abochornada cuando  él me ordena ponerme a trabajar y yo  me negué  rotundamente ,discutimos y me profetizó que mi carácter sería siempre mi escudo y mi talón de Aquiles. Para cuando quise contestar, mi uniforme pasó del azul de antaño al blanco neutral   y el ruido de las máquinas  ensordecedoras noqueó mis pensamientos .

Me veía a mí misma como en una película  a cámara lenta  , años y años girando en la misma rueda como un hámster , caras de compañeras pasando por el filtro de los recuerdos , me sentía angustiada. Todos y cada uno de mis superiores estaban de cruzados de brazos observando mi agotamiento físico y mental ,  quería gritar para parar esa vorágine que me afligía  cuando algo viscoso y caliente empezó a deslizarse por mi cara,  el corazón golpeaba loco en la garganta cuando desperté de golpe con Mexi recostado en mi pecho lamiéndome la cara .

Ese día después de la vacuna no fue mejor que la noche pero esa...esa es otra historia.

 Mano Figueira.


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