Tú, que eres fuente indespensable en todos los
porqués de las mil cien preguntas diarias de tus hij@s,
tú, que lloras en silencio o a escondidas para poner cara de que no pasa nada,
de los demonios del paro, de los abusos, de las enfermedades… están todos bien
amarrados. Tú, madre, que eres consejera aunque el tiempo te demuestre lo
equivocada que estabas, pero siempre actúas con el corazón y ese músculo suele
ir en dirección contraria a la razón, que sabes poner azúcar donde otr@s abusan del vinagre, que eres refugio
seguro y añorado cuando nos hacemos grandes, que te pesan las cargas pero igual
las portas a tu espalda semidoblada, que no te doblegas ante nada ni nadie
cuando de defender a un hij@ se trata.
Tú, tan
amorosa en la niñez de tus retoños, tan incomprendida en la adolescencia, tan
añorada y amada en la madurez… madre,
tú, que los amas a pesar de todo, que nunca duermes sin que el último
pensamiento sea una plegaria a Dios para que te los proteja y guarde. A ti
madre, mil gracias, porque con todos y cada uno de tus defectos, que como
humana es inevitable, darte mil gracias porque lo haces lo mejor que sabes, que
no existe manual de instrucciones y sobre la marcha vas trabajando con la mejor
de tus intenciones. Y dicen que madre sólo hay una, no sufras con las dudas de
si lo haces bien o mal, míralos crecer y hacerse personas de bien, ell@s un día, (el menos pensado) entenderán la
difícil labor que se te encomendó por naturaleza.
El corazón
de una madre lleva a sus hij@s siempre en esta vida
y en la otra, porque los velará eternamente porque así... porque así mismo es
una madre.
Mano
Figueira,2021
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