Amigo lobo, te he visto merodeando en el bosque en
busca de tu almuerzo y creo que llevabas varios días sin comer, a juzgar por
las apariencias: me pareciste muy delgado, a pesar de la fauna que abunda por estas tierras. Te seguí a cierta
distancia intentando no ser visto, pero tu sabia inteligencia me descubrió
enseguida, aún así avancé agazapado , eso sí, cada vez más lejos para no
entorpecer tu busca de alimento.
Quizás transcurrieron tres o cuatro horas y, al
final, el seguimiento dio el resultado esperado…yo había visto al jabalí igual
que tú pero me quedé rezagado esperando el ataque que yo creía iba a ser
mortal; arrastraste tu cuerpo en un silencio sepulcral hasta situarte a unos
dos metros de tu presa, y, en un salto nunca visto por mí le hincaste los
colmillos en el pescuezo rodando los dos a continuación en una lucha sin
cuartel en medio del matorral, lucha que te llevó lo suyo pero, finalmente, después
de unos cinco minutos conseguiste inmovilizarlo y allí terminó su vida un
animal de unos ciento cincuenta kilos. En cuanto el suído dejó de respirar y tú
te disponías para el banquete apareció
de pronto, como surgido de la nada, otro de tu misma especie, pero tú como buen
camarada dejaste que se acercara para participar en el festín.
Después de unos treinta minutos de haber saciado
vuestra hambre y os retirasteis dejando
los restos esparcidos, apareció un zorro
que llevaba un buen rato al acecho y se acercó para tomar su parte, casi a la
vez, observé una manada de cuervos volando en círculo alrededor del objetivo,
esperando su turno para participar del preciado manjar. Así, en unos veinte
minutos comenzaron a posarse acercándose al zorro con cautela, como había sitio
y comida para todos, dieron cuenta de los restos del jabalí, dejando solamente
sus huesos y costillas, ya totalmente
limpias.
Amigo lobo, zorro y cuervos hoy me habéis dado una
lección al compartir la comida entre todos.
¿Cuando aprenderemos los humanos ?
Miguel
Alberto,2021
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