Hoy no sé
por qué me viniste a la cabeza, así, sin venir a cuento, algo pasó que me
devolvió un recuerdo; recuerdo la cena de empresa y el grupo tan bueno de
compañer@s que tenía allí, recuerdo el vestido que me puse para esa noche
porque me dijeron que no tendría agallas de llevármelo al evento y te recuerdo
a ti, tan alto, tan gallardo, (no eras de los guapos pero un cacho bueno de
moreno atractivo) , me hacías reír hasta
que me dolía el estómago y siempre que coincidíamos de compañeros el día volaba
escuchando ese acento andaluz y tus historias de Barbate. Toda la música era
animada y el grupo lo pasábamos en grande, pero el tiempo se paró cuando tú
pediste que pincharan una lenta y cogiéndome de la mano me sacaste a bailar,
quedamos solos en la pista donde yo me moría de vergüenza con tantos ojos
pendientes de nosotros. Empezaste a
hablar y yo con mis tacones estaba casi a tu altura y ya no pensé más en nadie.
Fue un baile, sólo eso y la fiesta siguió casi toda la noche. No sé porque
recordé eso hoy, quizás porque divagando pensé que un acto sin mala intención
como fue ese balanceo entre tus brazos pudo dar paso a unos comentarios mal
intencionados, que consiguieron que tu mujer se plantase delante de mí una
semana después para ponerme fina (y en andaluz ceceando sin tregua que apenas
pude interpretar dos tacos en Hebreo y una mala leche para intoxicar media
isla) y yo aguantando estoicamente su histeria la dejé desahogarse y al
terminar ella, le di una réplica en gallego castellanizado que hizo temblar el
Tymanfalla. Hoy te recordé porque pensé
en cómo un acto tan sencillo y la vista del mundo puede hacer que te metas en
un buen lío, ¡pero chico! Lo que yo me reí contigo aquella noche bien valió cien
enfados de tu señora esposa!!!
Mano
Figueira,2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario