Caminaba
con paso firme y sin mirar atrás, ¿para qué? No tenía pensado amedrentarse de
eso estaba segura, años enteros deseando arrancarse ese estigma del pecho y
ahora llegaba la hora. No se cruzó con nadie o quizàs es que ya no veía más que
su determinación de soltar ese lastre que la ahogaba, al llegar a lo más alto
del acantilado fijó la vista en el horizonte donde se besan el Cielo y el mar,
inhaló profundamente y gritó hasta que se le quebró la voz dejando volar con el
viento toda la rabia del pasado y cayó arrodillada, vacía y completa mientras
las lágrimas corrían libres por sus mejillas.
  Mano
Figueira,2021
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