Confieso
que odio las mentiras más que nada en la vida porque yo me vi obligada a vivir una, que arrastró al fondo del pozo
más negro a los seres que más amo en esta vida, ahora no puedo darle hacia
atrás a las agujas del reloj de mi vida y corregir lo que, aunque ell@s lleguen a perdonarme por amor, yo no me
podré perdonar nunca porque en este proceso enfangué mi dignidad y dejé de ser
individuo pensador para ser títere de un manipulador. Pedí ayuda pero por aquel
entonces era mi deber permanecer en el escaparate, allí seguí de maniquí con el
eslogan en el anular de (todo va bien) y continué escribiendo en mi diario
reglón a reglón, a veces con tinta, otras con sangre, años y años hasta que mis
venas se secaron y las hojas del cuaderno terminaron. Entonces me miré en el
espejo y vi lo que permití que me hicieran fijándome en mis amados seres, las
ojeras negras bajo sus bellísimos ojos sin brillo y un grito desgarrador salió
de lo más profundo de mis entrañas haciendo añicos el escaparate y salté a la
palestra como una mujer forjada en hierro candente y aquella magma salió de mi
garganta y escupí hasta dejar el volcán no dormido, sino muerto de por vida,
pasé con esa acción de víctima a verdugo, de la buena de la película a la bruja
terrorífica, dejé todo lo material, el respeto de las matronas y me quedé con
unos pequeños corazones y mi dignidad.
Soy la mejor consejera que te puedes encontrar, la
guía en cualquier oscuridad y nunca supe aplicármelos, no por miedo sino por
pena, confieso que odio las mentiras porque yo viví una. A mi lado compartiendo
cualquier sentimiento quiero personas
sinceras, admiro al enemigo que me viene de frente porque está a mi altura y
aborrezco a quien escudado en la amistad me apuñala por detrás, si quieres
permanecer cerca de mí, en la forma que te toque, hazlo siempre con sinceridad,
tú, dímelo, yo ya veré si me duele o no, pero en mi alma no hay sitio ya para
más juegos. ¡Vamos a vivir pero de verdad!.
Mano
Figueira,2021
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