Me senté contigo
y lloramos los dos
por todo lo vivido
y por lo que se llevó Dios,
las lágrimas no calmaron
todo este dolor
ya nada es suficiente
sólo queda el perdón,
no llores mi niña
abrázate a su recuerdo
como abrazan los padres
a los niños pequeños,
la soledad se hace fuerte
cuando anida en el pecho
devorando la risa
con su fuego eterno,
agarra fuerte
y con rabia la vida
la muerte es cobarde
si la enfrentas con ira,
no tengas miedo
yo cojo tu mano
no estoy sola
sólo estás soñando,
con días de lluvia
con largos veranos
tus ojos me miran
como dos extraños,
la muerte acecha
con su fiel guadaña
te espera en la sombra
de tu triste morada.
Paki Espiño,2025.
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