lunes, 3 de abril de 2023

LOS ÚLTIMOS DÍAS GRISES

 

En sus días más grises había comprendido que cada quien es el creador de su propia obra: la vida cuál lienzo comienza con una inspiración transformando un impulso a crear algo bello y así moldear a gusto nuestro destino o al menos eso pensaba ella hasta que sin imaginarlo vino ese fatídico día donde le detectaron leucemia. Sentía como si la muerte le estuviera jugando una mala pasada.

 Los días en el hospital transcurrían, su soledad aumentaba y cuando ya toda esperanza abandonaba su ser. 

Apareció una pequeña paloma blanca en el marco de la ventana, por más que intentaba apartarla no se iba, siempre a la misma hora aquel bello animal la visitaba. 

Con el pasar de los días se volvió su mejor compañera, sus bellas alas blancas le recordaban que aunque las suyas están rotas aún podría intentar elevarlas. 

Su querida compañera día tras día iba a visitarle aunque ya su cuerpo estaba débil, sus manos temblorosas y rostro demacrado solo anunciaba que su tiempo ya había espirado en la tierra, que ya era hora de la partida.

Esa tarde antes de soltar su último suspiro alcanzó a acariciar su lomo con un dulce gesto, le agradeció que fue su fiel amiga antes de cerrar sus ojos. 

En ese momento aquel ser mutuo ya no era una paloma sino su madre la que ya había fallecido cuando ella apenas era una niña, con todo amor y compasión extendió su mano y le dijo:

 Hija mía, yo nunca te he dejado, siempre he cuidado de ti, cuando el viento mece con brusquedad las hojas soy yo acariciando tu piel, siempre te dije hija que yo sería tú constante en esta vida y tú guía para el largo beso de la muerte.

LSR.




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