Aquel día volviste tarde a casa, ya era noche cerrada y en las calles reinaba un silencio absoluto, una extraña calma que habías aprendido a percibir como inquietante. No había nadie. "Mejor", te dijiste, no querías que nadie supiera lo que hacías por las noches, y por eso te aislabas, evitabas a la gente.
Te habías absorto en el ruido de tus pasos, intentando buscar en ellos un pequeño ápice de tranquilidad. No pensabas en nada (o, al menos, eso intentabas), habías hecho ese mismo camino cientos de veces, te podías permitir desconectar con tu cruda realidad, deambular por tus pensamientos.
Doblaste una esquina, y, en ese preciso momento, sonó tu móvil. Era un mensaje de tu mejor amigo, te suplicaba que lo dejaras, que era peligroso, pero tú decidiste no hacerle caso, seguir adelante, y lo dejaste en visto. Tal vez tenía razón, pero, ¿Hasta qué punto te conocía? Sí, era cierto, él lo sabía, sabía lo que hacías por las noches, vuestra relación se había roto justamente por eso, pero tenía que comprenderlo, no te quedaba otra, tu familia necesitaba el dinero.
Llegaste a aquel callejón oscuro, te encendiste un cigarrillo, diste una calada, esperando...
Aquel tipo no tardaría en aparecer, y esta vez sí le pagarías, le debías dinero, y sabías de sobra como era, ya te había amenazado otras veces con dejar de venderte si no le pagabas. Si dejaba de venderte se acababa todo, ya no podrías distribuirla y tú y los tuyos seguiríais viviendo como ratas. Diste otra calada, mirando al cielo estrellado, tenías un mal presentimiento.
Recibiste otra notificación. "No tardaré en llegar", decía el mensaje, sabías bien de quién era. Lo interpretaste como un signo premonitorio de que morirías. Pensaste en tus padres, quizá mañana tuviesen que asistir a tu velatorio. No te importó demasiado, no teníais muy buena relación. Una vez estuvieron a punto de pillarte, y a partir de ahí todo se jodió.
Tal era tu distracción, que no lo viste acercarse, eso supuso tu condena. Solo lo viste cuando colocó el filo de su navaja en tu cuello. "¡Gilipollas! Voy a enseñarte lo que pasa cuando no se me paga", dijo, justo antes de hundir el arma en tus carnes. Soltaste el cigarrillo, el cual cayó al suelo, aún encendido. El reloj de la plaza dio las doce como fin definitivo de tu existencia, y todo se volvió oscuro, tu agonía había terminado.
Todo esto lo cuento yo, porque tú ya no puedes, yo me aseguré bien de eso. No debiste haber salido aquella noche.
Mistery
domingo, 30 de abril de 2023
ALONE IN THE NIGHT
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