viernes, 25 de noviembre de 2022

LA DESGRACIADA REALIDAD

 Mi nombre es Patricia, pero todos mis amigos me llaman Patty. Tengo 22 años y estoy estudiando Psicología y Derecho en la Universidad de mi ciudad natal.

     En este breve pero, al mismo tiempo, intenso texto, os relato la historia del que tendría que haber sido uno de los mejores días de mi vida, pero que, por capricho del destino, terminó siendo el peor de todos ellos.

     Mi historia comienza el día en el que mis amigas y yo quedamos para saber nuestras notas de selectividad. Cuando teníamos las notas comprobadas y nos aseguramos de que todas estábamos aprobadas y con buena nota, decidimos celebrarlo yendo de fiesta todo el grupo.

     El día de nuestra celebración lo estaba pasando muy bien, pensando que habían merecido la pena todas aquellas horas y horas de duro estudio, pues podría estudiar la carrera que tanto me gustaba. Estábamos en un pub de la cuidad que, por aquel entonces, estaba en auge entre la juventud. Hacia la medianoche una de mis amigas me presentó a una pandilla de chicos que había conocido. La primera impresión que tuve de ellos, fue que eran todos bastante majos; pero la desgraciada realidad, es que este grupo de chicos que tan agradables eran en un principio, resultaron ser nuestros verdugos.

     Salimos con ellos del pub y nos dirigimos todos juntos como una pandilla hacia una nave abandonada en la que ellos se reunían yo montaban fiestas. Estábamos allí siguiendo con la fiesta hasta que la actitud de aquellos "agradables" muchachos cambió drásticamente.

     De repente, uno de ellos se abalanzó sobre una de mis amigas y el resto lo imitaron. Nos inmovilizaron a todas atándonos de pies y manos y nos amordazaron.

     Personalmente, nunca jamás había sentido tanto miedo en mi corta vida,y ese miedo hizo que por mi cabeza pasasen ideas horribles, como que había llegado el fin.

     Esos "caballeros" nos dejaron a mis amigas y a mí una marca física en el cuerpo, pero personalmente creo, y a pesar del dolor físico que sentí en aquel momento, que no me dolió tanto como el daño psicológico, que se mantuvo durante mucho más tiempo, alargándose incluso hasta el día de hoy: cada vez que esos recuerdos vuelven a mi mente, vuelve ese dolor, e intento no ser tan confiada cuando conozco a alguien.

    En un principio quería estudiar Magisterio, pero después de este capítulo de mi vida, me decidí a estudiar Psicología y Derecho: Psicología para intentar comprender el porqué de este violento y para nada gracioso comportamiento de algunos individuos; y Derecho para que estos y otros individuos paguen por lo que han hecho y por lo que harán. No se puede vivir en este mundo causando tan desmesurado daño a la gente sin motivo alguno y riéndose del sufrimiento ajeno como si fuese un buen chiste. La gente necesita aprender lo que significa la guapísima palabra EMPATÍA.

Mistery


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