viernes, 15 de julio de 2022

VIVENCIAS (5)

 

 

 

  La primera vez que embarqué un camión ha sido en Algeciras sobre el año 1976 aproximado, en el transbordador Virgen de África de Transmediterránea, un ferry de unas tres mil toneladas de registro bruto y unos cien metros de eslora.

En cuanto subí a bordo se me acerca un chico marroquí para venderme baratijas ---haciendo honor a su nombre, sin ninguna utilidad- pero él insistía una y otra vez hasta que atracamos en el puerto de Ceuta y desembarqué, creyendo que ya lo había perdido de vista. Sin embargo, a la vuelta volvió a aparecer a bordo intentando ganarse su jornal.

Hay momentos en la vida de una persona que son inolvidables y este viaje ha sido uno de ellos: en cuanto desembarco, me dirijo a la descarga que, según recuerdo, era en el barrio de Hadur o algo así. En el almacén no había elevador, por tanto la gente tuvo que hacer el trabajo a mano, unos seis hombres cantando y trabajando, andaluces y marroquíes, sobre unas seis horas, y el jefe apurándolos pues yo tenía que coger el mismo ferry de vuelta para la península.

 Cuando llego de vuelta al puerto y como tenía un tiempo de espera, aproveché para comprar en las tiendas y adquirí unas ocho o diez calculadoras solares de bolsillo, dos de las cuales nunca funcionaron. Vendí el resto excepto una que  llevé conmigo en el camión durante treinta años sin averiarse. Era de  la marca Sharp,

(que por aquel entonces no se conocía en la península).

La siguiente anécdota sucedió durante el desembarco en Algeciras. Me dice el agente de la guardia civil: súbase a la caja a ver si viene alguien escondido de polizón. Me subo y compruebo que junto a la lona del camión se acurrucaba  el chico que había estado todo el viaje intentando venderme algo, ¡hay gente que tiene difícil ganarse el pan de cada día!

 Años más tarde este problema de la migración se hizo mucho más grave como todos sabemos.

 Pero el dichoso viaje todavía me deparó otra anécdota más. De vuelta en la península me dirijo a cargar vacas bravas a Cazalla de la Sierra para As Pontes en Coruña. Después de haber salido de la finca enfilo camino del norte sin detenerme demasiado por el calor que hacía, y llegando a Mérida me detiene en un control la G. civil y se me requiere la hoja de ruta sanitaria, cuya existencia yo desconocía por completo. Después de varias llamadas y una media hora de discusión, me autorizan a continuar el viaje; estábamos en pleno verano y el ganado no podía estar mucho tiempo en el camión por lo que esa noche debí dormir unas dos o tres horas y vuelta a arrancar.

 Ese segundo día bajando el puerto de Pedrafita do Cebreiro las vacas revientan una puerta y saltan dos a la carretera, ¡menos mal que las otras debieron asustarse y se retiraron hacia el otro extremo de la caja!, y con la ayuda de los vecinos de los alrededores conseguimos que subieran de nuevo al camión.  ¡anécdotas de la vida!

 

  Miguel Alberto,2022

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