Vale. Estamos
preparando todo el royo de las comidas y cenas navideñas ,que no falte de nada
y mucho menos la sacarina para ese café o la infusión digestiva, después de
zamparnos un primero completito y a la madre pavo con su guarnición de
segundo plato, con todos los entrantes y rematado con postres navideños y
bajarlo todo con un par de polvorones y su copita de champán . Siempre
guardando sitio para la comida de unas horas después, que parece que estamos
preparándonos para meternos en la cueva a invernar.
Después, en enero nos
pesamos( pasado el roscón de reyes, claro) y nos inclinaremos a ver bien los
números de la báscula porque es imposible ( pensamos) que, revolviendo con la
sacarina, la traidora báscula cante cinco kilos sin dolor.
Empieza entonces la vida
sana, apuntarse al gimnasio, porque no cierran los pantalones ni con la ayuda de
los que visten a los toreros , las caminatas y pasar de las comidas copiosas, para meternos al puré y al yogurt soso y frío cuando el cuerpo pide un
chocolate con churros. .
Todos estos propósitos
van decayendo a medida que nos acercamos al carnaval y están las filloas y las
orejas tentando para convencernos con un « malo será».
Al final l@s más
constantes llegan a noviembre sin los cinco kilos para agarrarse a las comidas
navideñas con ganas y volver a empezar el ciclo, pero con sacarina !!! Mano Figueira.
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